Argentina: reconocimiento facial y otras tecnologías para reprimir la protesta social
Bajo el lema “el que corta, no cobra”, el Gobierno de Javier Milei en Argentina anunció una serie de medidas en contra de la protesta social. El llamado “protocolo antipiquetes” descansa fuertemente en distintas tecnologías de vigilancia con el objetivo de identificar manifestantes y suspender los beneficios sociales que podrían estar recibiendo.
“[SI] Hoy está teniendo un subsidio del estado, que le está dando un dinero de todos los argentinos, cuide ese dinero, cuide a su familia y no vaya a cortar una calle”, explicó Patricia Bullrich, ministra de Seguridad. Las medidas fueron anunciadas previo a la primera manifestación piquetera en contra del gobierno de Milei, convocada para el miércoles 20 de diciembre, como respuesta a las medidas de shock económico anunciadas durante los primeros días de mandato.
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) junto a 1700 organizaciones sociales denunciaron la medida ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Relatoría especial sobre el derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación de Naciones Unidas, argumentando que muchas de las medidas contenidas en el protocolo son “incompatibles con los derechos a la libre reunión y asociación, a la libertad de expresión y a la protesta social, reconocidos tanto en normas locales, como en la Constitución Nacional y en los tratados y estándares internacionales de derechos humanos”.
Frente a la pregunta sobre cómo se iba a identificar a los manifestantes, Bullrich explicó que se utilizarían recursos tales como cámaras y drones, y que el cese de los beneficios sociales no se limitaría a quienes fuesen detenidos durante las protestas, sino que basta con ser identificado. Durante la jornada del miércoles 20 de diciembre la policía abordó el transporte público para grabar a pasajeros, usando para ello teléfonos celulares.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, agregó además que se utilizaría reconocimiento facial con este fin, pero no entregó mayores datos respecto de cómo se realizaría. En Argentina existen al menos tres sistemas de identificación que utilizan estas tecnologías: uno implementado en los estadios de fútbol, un sistema desplegado en la red de transporte en Buenos Aires —cuyo uso fue declarado inconstitucional en 2022 gracias a un recurso interpuesto por el Observatorio de Derecho Informático Argentino (O.D.I.A.)—, además de un sistema usado por la policía federal para comparar imágenes de sospechosos con la base de datos del Registro Nacional de las Personas (Renaper).
A pesar de los pocos detalles sobre su funcionamiento, el caso Argentino revela de forma clara la naturaleza represiva de las distintas tecnologías de vigilancia desplegadas en el espacio público. Nos recuerda además que cualquier sistema de recopilación de información personal, especialmente datos biométricos e independientes de su uso inicial declarado, puede ser eventualmente transformado en un sistema para socavar el ejercicio de derechos fundamentales.
En ese sentido, Argentina ha sido pionera en la región en la implementación de diversos sistemas de recolección de información biométrica con distintos fines, que hoy potencialmente podrían ser utilizados para reprimir.